La «hambre emocional» se refiere a la tendencia de comer en respuesta a las emociones en lugar de la verdadera necesidad física de alimento. Esta conexión entre las emociones y la alimentación puede llevar a consumir alimentos como una forma de lidiar con el estrés, la tristeza, el aburrimiento u otras emociones. Los tipos de hambre emocional pueden variar según las emociones específicas que desencadenan la necesidad de comer. Algunos tipos comunes incluyen:

- Estrés: La presión y la ansiedad pueden provocar la búsqueda de alimentos reconfortantes para aliviar el estrés.
- Aburrimiento: La falta de actividades o interés puede llevar a comer como una forma de ocupar el tiempo.
- Tristeza: En momentos de tristeza, algunas personas recurren a la comida para encontrar consuelo y alivio emocional.
- Soledad: La sensación de aislamiento puede impulsar a algunas personas a buscar consuelo en la comida.
- Felicidad o celebración: Algunas personas asocian la comida con la celebración y la alegría, llevándolas a comer en situaciones positivas.
Es importante distinguir entre el hambre física y la hambre emocional para adoptar estrategias saludables para manejar estas emociones sin depender de la comida. Practicar la atención plena, identificar desencadenantes emocionales y desarrollar alternativas saludables para afrontar las emociones son pasos clave para abordar la hambre emocional.





