NUEVA YORK.- La vida en el municipio de New Rochelle, la zona cero del coronavirus en el estado de Nueva York y en la coste Este de EE.UU, se desarrolla con aparente normalidad. Sólo tres cosas rompen la cotidianeidad: los colegios están cerrados, en las casas se ven aparcados los vehículos familiares en una jornada laborable y media docena de uniformados de la Guardia Nacional reparten comidas a domicilio en un discreto despliegue.
Desde esta plomiza y fría mañana, las autoridades han aplicado la denominada “zona de contención”, concretamente en un radio de una milla (1,6 kilómetros) desde donde se detectó el primer caso del COVID-19, en la sinagoga Young Israel, en el barrio de Wykagyl del norte del municipio, que está a menos de 25 minutos en tren de Manhattan.
No es un perímetro de exclusión o cuarentena estricta. Hoy mismo se podía pasear por la zona e ir en automóvil, si bien la circulación era menor que otros días. Los colegios y centros comunitarios están obligados a cerrar y se prohíben las grandes reuniones. Las residencias de ancianos tampoco aceptan visitas. Todo debe durar dos semanas.



